Cada día que me levanto, pretendo que las cosas que haga estén mejor y más organizadas. Lo peor es que te acuestes viendo que eres un gran desastre. Ayer perdí mi libro del sushi y además caí en la cuenta de que me había dejado el cargador del móvil en Cádiz.
El móvil no sólo me sirve pare recibir llamadas, es mi agenda, despertador y memoria. Es triste, pero dependo de un rectángulo con teclas. Ya se ha descargado por completo, claro, mi madre en un alarde de “dónde estás que no contestas al fijo” me ha terminado por agotar los últimos segundos de vida de mi preciado rectángulo. ¿qué es más caro un cargador nuevo o que me lo manden por mensajero? lo investigaré.
El caso, es que me levantaba yo con el día un poco arrugado y con muchas tareas por delante y poco a
poco se ha ido enderezando, tanto tanto, que mi extraordinario y maravilloso jefe, me ha regalado el libro que perdí. ¡estaba más contenta! voy a poder acabarlo, de hecho voy a mirar precios de camas y somiers rápido para ponerme a leer.
Al fin y al cabo ha sido un buen día.
Gracias por el libro.
Responder